De pequeños cuerpos,
sonrisas sin prisas,
en un mundo gigante,
un día cruzando un parque...
Se detuvieron un instante,
ella le dijo a el,
¡Te invito a mi morada!...
El le dijo a ella...
Si, con una condición,
Que me dejes mirarte,
su rostro ruborizado,
el comenzó a cantarle,
la canción del corazón...
se bebieron la sintonía,
mientras brindaban,
el cielo lloraba de alegría...
Con el paso de los años,
Un viejo poeta escribía,
mientras de nuevo...
sus corazones, se estremecían.
sonrisas sin prisas,
en un mundo gigante,
un día cruzando un parque...
Se detuvieron un instante,
ella le dijo a el,
¡Te invito a mi morada!...
El le dijo a ella...
Si, con una condición,
Que me dejes mirarte,
su rostro ruborizado,
el comenzó a cantarle,
la canción del corazón...
se bebieron la sintonía,
mientras brindaban,
el cielo lloraba de alegría...
Con el paso de los años,
Un viejo poeta escribía,
mientras de nuevo...
sus corazones, se estremecían.
Pedro M.Girón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario