De la noche y los conjuros, de un tesoro inagotable, se dibujan las penurias, como sables silenciosos, son los dueños de su antojo.
Un anhelo primoroso, las miradas son moldeadas, a golpes en la piedra, no es cantar si no escalar, al vacío miserable.
Un pescador de estrellas, se hizo marinero de unos ojos. en los mares del abismo, por el puerto del suspiro, hacia las olas del abordaje.
Si te asalta la nostalgia, de aquel fragor, que fue batalla, hoy se extinguieron las ansias, no desertes del amor, la primavera y mar... lo desterró.
P.m.g |
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